¡Qué aperitivo tan rico y tan fácil! Además de que se puede hacer con antelación y congelar; después, cuando necesitemos de ellos, un golpe de sartén y listos.
Mejillones
1 vaso de Vino blanco
1/2 Cebolla
1 Guindilla
Harina
Leche entera
Huevo
Pan rallado
Mientras limpiamos los mejillones, ponemos al fuego una cazuela con vino blanco, solo el fondo; echamos los mejillones y cuando se abran, los retiramos.
Comprobamos que no lleven barbas, reservamos la mitad de las conchas y picamos finamente los mejillones.
Hacemos una bechamel (no pongo cantidades, porque dependerá de los mejillones que se preparen) friendo media cebolla cortada super fina en daditos con la guindilla, cuando esté lista añadimos un poco de mantequilla para que se derrita, temple el aceite y retiramos la guindilla. Añadimos la harina revolviendo para que no queden grumos y vamos añadiendo la leche (la que necesite)
Extendemos la pasta en una fuente y dejamos que enfríe por completo.
Rellenamos las conchas generosamente, las pasamos por huevo batido y pan rallado.
Así, envueltas en un film pueden mantenerse congeladas y freírlas más adelante directamente sin necesidad de descongelar.
Me encantan y no los he hecho nunca, la próxima vez que vea los mejillones gorditos compro y los hago, no me hace falta tener invitados, así toco a mas, jejeje, besitossss
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